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Sala Montjuïc se ha despedido esta temporada con una oferta que ningún asistente pudo rechazar. La oferta se presentaba en forma de película sorpresa y se trataba de “El padrino Parte II” (1974, Francis Ford Coppola). El título del artículo alude a una de las míticas frases que Don Vito Corleone, personaje interpretado por Marlon Brando, formulaba en la primera parte de la trilogía sobre la mafia de origen siciliana, “El Padrino” (1972).

the godfather pacino poster

El Padrino

“El Padrino Parte II” está considerada una de las grandes obras maestras del cine y una de las pocas secuelas que han superado en calidad y méritos a la película original. En este caso hemos de decir que el listón estaba en lo más alto. La secuela de la película inspirada en la novela de Mario Puzo consiguió seis estatuillas de la Academia incluyendo mejor película, mejor director y mejor guión adaptado escrito por Coppola y el propio Puzo.

Esta segunda parte ahonda en el retrato de los negocios ilegales de la familia Corleone para continuar hablándonos de los males más profundos de América. La grandeza de esta segunda parte es la de elevar el relato original a un nivel más épico y mítico abarcando un periodo de tiempo que incluye más de seis décadas de historia de los Estados Unidos de América. Coppola y Puzo utilizan para ello un complejo y a la vez poético montaje paralelo que trabaja en dos momentos temporales diferentes.

Por una parte la llegada, evolución y ascenso de un joven Vito Corleone (interpretado por Robert de Niro) tras su llegada a Nueva York siendo niño, y por otra; el descenso a los infiernos del heredero de Vito, Michael Corleone; magistralmente interpretado por Al Pacino. El carácter autoritario, maligno y paranoico de Michael que va creciendo a medida que se va quedando solo y perdiendo su poder, culmina con uno de los momentos más desgarradores de la historia del cine: el asesinato ordenado por el propio Michael de su hermano Freddo.  La desintegración de la familia y la de un país.

Antes de finalizar, la película ofrece una de las secuencias más bonitas y agrias del filme: un recuerdo en forma de flashback de un Michael reflexivo muestra a todos los hermanos esperando a que llegue su padre para celebrar su cumpleaños. Michael discute con sus hermanos porque quiere luchar por su país en la Segunda Guerra Mundial. “El país no es tu sangre” le dice a Michael su hermano Sonny. Sus hermanos tienen otros planes para él.

Una oferta en forma de sorpresa que nadie pudo rechazar.