Un recorrido por la animación japonesa
El anime es el género de animación de origen japonés por excelencia y este año cumple 100 años. Gracias a este término, reconocido ya por todos los amantes de la animación, distinguimos un filme japonés del resto.
Para ver el origen del anime como tal, debemos remontarnos al 1910, momento en que en Japón se hacía referencia por la palabra Senga Eiga (película de líneas dibujadas). En 1920 el concepto evolucionaría y se le llamaría Manga Eiga (película manga). En el periodo de 1900 a 1920 se comprende como el origen de la animación japonesa y, posteriormente, se le conocería como Doga (imágenes en movimiento). Ya para el año de 1960, el término que acuñaría a la animación nipona sería Animeeshon, una abreviación del actual anime.
Algunos nombres de los pioneros de la animación en este país que no debemos perder de vista son: Oten Shimokawa (1892-1973), Junichi Kouchi (1886-1970) y Seitaro Kitayama (1888-1945). Si revisamos los primeros animes que vieron la luz y que traspasaron las fronteras, debemos destacar “Mazinger Z” (1972), “Heidi” (1976) y “Marco” (1977). El primero fue creado por el dibujante y guionista japonés Gō Nagai y los dos últimos son joyas que pertenecen a la escuela de Hayao Miyazaki, gurú indiscutible de la animación japonesa que fundaría el estudio más importante en el mundo de la animación: el estudio Ghibli. Pero antes de profundizar en el trabajo del maestro Miyazaki, no podemos pasar por alto la figura a Osamu Tezuka (1928-1989), uno de los pioneros del anime moderno. El primer anime conocido fue creado por él y se trata de “Astro boy” (1963). De hecho, a Osamu Tezuka se le conoce como Manga no Kamisama, el Dios del Manga y gracias a sus trabajos la industria del manga y el anime pudo expandirse creando un universo único. Años más tarde, pasaría lo mismo con “Akira” (1988), una de las películas más representativas, producida en 1988 por Katsuhiro Otomo.
Del manga al anime
La mayor parte de las series anime están basadas en un manga. Según la «Real Academia del Freak», un manga es “aquél cómic por el que vamos a dejarnos el sueldo en el barrio de Tokyo Akihabara o, en su defecto, en el Norma Cómics de Barcelona”. Para el resto de mortales, un manga es “un cómic que relata historias de origen japonés con un estilo muy particular y que se empieza a leer desde la última página”. En definitiva: el anime relata las historias de un manga con imágenes en movimiento.
El paso del 2D al 3D
En la animación japonesa clásica, las imágenes carecían de movimiento, se usaban distintos tipos de planos, movimientos de tomas, ángulos de la imagen…los personajes movían muy poco los labios y la expresividad se da de mayor forma en los ojos y en el tamaño de los mismos. Todos recordamos los enormes y emotivos ojos de la bella Candy (serie animada Candy Candy – 1984), destellando en nuestras pantallas.
La razón por la cual los personajes de manga y anime tienen ojos grandes y se alejan de los rasgos fisionómicos de los japoneses tiene que ver con el período Meiji (1868-1912), donde Japón buscaba alcanzar el mundo que durante mucho tiempo no pudo ver. Es pues, parte del objetivo de internacionalizar su cultura. A parte de utilizar rasgos occidentales, los ilustradores siempre han buscado la expresión máxima en los rostros de sus personajes, para emocionar al lector.
Hayao Miyazaki ha tenido mucho que ver en esta internacionalización del anime. El maestro de la animación artesanal ha firmado los mejores films de la historia. Es reconocido a nivel mundial y su película “El viaje de Chihiro” (2002) fue el primer film de anime que consiguió hacerse con la estatuilla dorada de Hollywood. Además, otros directores de su misma escuela han presentado proyectos inolvidables como “La tumba de las luciérnagas” (1988), dirigida por Isao Takahata. La obra magna del socio de Mayazaki retrata la devastación de la Segunda Guerra Mundial en la ciudad de Kobe (Tokio) y se ha consolidado a través de los años como una de las películas de animación más impactantes de todos los tiempos.
Del 2D pasaríamos al 3D, en un momento en que muchos animadores asiáticos decidirían dar el salto y aprovechar las nuevas tecnologías, aportando a sus animes la perfección de las imágenes generadas por ordenador (CGI). Este salto se puede observar en “Ghost in the Shell” (2002), el que se considera el primer film al que se añadieron efectos digitales sobre los fondos realizados artesanalmente. Le siguió “Blood: The Last Vampire” (2009), primera película de anime en ser manipulada digitalmente como efecto cinematográfico. Y tras estos primeros ejercicios, llegaría “Capitán Harlock, pirata espacial” (2013), otra de las obras más memorables donde el CGI es protagonista, de manera efectiva y elogiable. Pocos animes consiguen alcanzar una belleza visual como lo hace este film.
Actualmente, los profesionales en animación de personajes y creación de fondos y decorados defienden el uso combinado de la animación más artesanal y el CGI. Un ejemplo de la unión de las dos técnicas sería el hit cinematográfico “Your Name” (2016), que consiguió batir los récords de taquilla convirtiéndose en el anime más visto en Japón.
Para todos aquellos que aman el anime y la cultura manga en general -y quieran comerse un dorayaki rico- en Kioto se puede visitar el Museo del Manga, una oda al anime y una biblioteca enorme que alberga un sinfín de mangas. Además, con motivo del centenario, este museo presenta una cronología del origen del manga. Imperdible para los amantes de la cultura y la industria que rodea este mundo.