Nadie puede dudar que Martin Scorsese es uno de los cineastas vivos más importantes de la historia. Scorsese cambió el cine para siempre junto a sus compañeros de generación Francis Ford Coppola, Brian de Palma, George Lucas, Steven Spielberg y Paul Schrader. Poco a poco, la producción de los grandes estudios ha ido desapareciendo de la manera en que la conocíamos y los cineastas se han convertido en autores y productores de sus propias obras. Su legado continúa hoy en día vigente y, salvo Spielberg que no para de trabajar en proyectos cada vez más infantiles, podríamos decir que el resto vivieron tiempos mejores o que directamente viven en el retiro. En cambio, Scorsese no cesa de trabajar: documentales musicales y sobre cine, publicidad, series de televisión y, por supuesto, largometrajes.
Si bien su último trabajo, La invención de Hugo (2011) -un homenaje a George Méliès y al nacimiento del cine- resultó ser un tanto decepcionante, El lobo de Wall Street (2013), la película que veremos este viernes 29 de julio en Sala Montjuïc, recupera algunos de los ingredientes de las mejores obras de Scorsese, quién se resiste a dejarse (colgar?) pegar la etiqueta de “director acabado”.
Una película excesiva
Inspirada en las memorias de un bróker auténtico, Jordan Belfort, el retrato que El Lobo de Wall Street ofrece del mundo de las finanzas de los años ochenta y de los brókeres en Nueva York es demoledor. Scorsese recupera la fuerza y energía que desprenden algunas de sus películas más importantes: montaje frenético, uso magistral de la música y el sonido, guion sin pausa e interpretaciones al límite. Una película excesiva sobre los excesos filmada por un director excesivo en la que la forma se acaba convirtiendo en el propio tema de la película.
El guion toma la estructura de ascenso y posterior caída de un personaje asociado al crimen. Estructura que Scorsese conoce bien y que tantos éxitos le ha dado en algunos de sus mejores títulos, como Toro salvaje (1980), Uno de los nuestros (1990) o Casino (1995). Incluso se respira continuamente el aroma a cine de gánsteres de estos títulos, en parte debido al guion de Terence Winter, guionista de Los Soprano (2000-2007) y Boardwalk Empire (2010-2014) -exitosas series que abordan el tema criminal-, así como al tratamiento de los personajes por parte de Scorsese. También es importante destacar el brillante uso de los efectos generados por ordenador, presentes a lo largo de todo el metraje pero totalmente integrados en la trama y la puesta en escena.
Bienvenidos a una noche de excesos en Montjuïc.