Si este mes de agosto te quedas en Barcelona y no tienes grandes planes, acércarte alguna tarde a la Filmoteca de Cataluña; es una muy buena opción. Dos cómodas salas con aire acondicionado situadas en el Raval, uno de los barrios de más ambiente de la ciudad, un bar con buena comida y bebida situado en el mismo recinto, con un sugerente nombre como es La Monroe y una excelente programación; detalles que ningún aficionado o estudiante de cine puede dejar pasar por alto.
La industria del cine cambió de manera radical a finales de los años sesenta y sobre todo en la primera mitad de los años setenta. Es la época de la guerra de Vietnam, el movimiento “flower power”, la contracultura, las drogas, los movimientos por los derechos civiles, todos estos movimientos convulsionaron la sociedad norteamericana y el mundo en general. Por supuesto, el viejo sistema de los estudios en Hollywood también sufrió la expansión de esta ola de cambios generacionales. Hollywood vivía en aquellos años una profunda crisis económica, de ideas y talento. Los viejos maestros prácticamente no rodaban o ya se habían retirado, la última generación de cineastas aparecida llamada la Generación de la Televisión no conseguía conectar con los nuevos espectadores que en cambio si lo hacían con el cine que provenía de Europa. La Nouvelle Vague o el Neorrealismo despertaban el interés de los espectadores que al parecer buscaban historias diferentes, explicadas de otra manera tal y como había dicho Michelangelo Antonioni. Así que tras el éxito de “Easy Rider” (1968, Dennis Hooper,) los grandes estudios comprobaron que podían tener éxito y ganar dinero con otra forma de rodar y otras historias y se confiaron a una serie de nuevos directores y unos jóvenes actores para revitalizar la industria. Temas como el sexo, las drogas o algunas formas de violencia dejaron de ser tabú, y géneros como el thriller, el fantástico o el western se reformularon y deconstruyeron para dejar un legado que sigue vigente todavía estos días.
Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Steven Spielberg, Peter Bogdanovich, Brian de Palma o Paul Schrader son algunos de los nombres que emergieron para insuflar aire a la vieja y enquistada industria cinematográfica. Estos directores, además de aportar un aire europeo al panorama cinematográfica reivindicando el concepto de autoría, se convirtieron en productores para tener el control total de sus obras y más beneficio de ellas.
Una década esplendorosa y llena de títulos inolvidables que ilustra perfectamente el libro “Moteros tranquilos, toros salvajes” (1989, Peter Biskind). Libro que da nombre al ciclo, “Easy Riders, Raging Bulls: El nou Hollywood dels setanta” y en el que podremos ver títulos como “El Padrino” (1972, Francis F. Coppola), “El último deber” (1972, Hal Ashby), “Los asesinos de la luna de miel” (1970, Leonard Kastle), “The Last Picture Show” (1971, Peter Bogdanovich), “M.A.S.H.” (1970, Robert Altman) o “Taxi Driver”(1976, Martin Scorsese).
¡No te lo pierdas!
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