Màrius Rubio presenta el clásico de Chaplin
Màrius lleva más de diez años dedicado a la docencia cinematográfica, profesión que compagina con su carrera como cineasta independiente. Su larga experiencia en el ámbito de las escuelas de cine en Barcelona ha hecho que vierta todo su bagaje en confeccionar una nueva forma de entender la docencia cinematográfica que se plasma en su trabajo en FX Cinema.
Su faceta como “filmmaker”, cineasta independiente, se ha traducido en la dirección de obras en los campos de la ficción, el documental, el cine experimental o la video-danza entre otros. Destacan en su filmografía Imatges d’un Reflex, Engranatges, Ansia y Encefalograma Urbano.
Màrius es también un entusiasta el cine silente y por ello Sala Montjuïc lo ha elegido para presentar El circo (1928), una de las obras más representativas de Charles Chaplin. La montaña de Montjuïc se convierte así en un circo en las alturas para dar la bienvenida a las acrobacias, al sentido del humor y los entrañables gestos de Charlot.
Como ya es habitual cada verano, una de las sesiones de Cinema a la Fresca está dedicada al cine mudo. Se trata de una ocasión especial para disfrutar de un cine difícil de ver en pantalla grande y aún menos en un “cine de verano”. El circo es, tal y como reza en los títulos de la misma, una comedia de Charles Chaplin, de la que también es el protagonista, guionista, compositor de la banda sonora, autor y cantante de la canción principal, productor y, aunque no aparece acreditado, Chaplin es también el montador.
Chaplin es quizás el primer autor cinematográfico con todo el sentido de la palabra, capaz de controlar y llevar a cabo todo el proceso creativo de su obra. Sin ir más lejos, tras ser nominado al Oscar en diferentes apartados por El circo, finalmente la academia hollywoodiense decidió retirar todas las candidaturas para entregarle una estatuilla honorífica por todo su trabajo en el film.
Realizada entre sus dos grandes obras maestras, La quimera del oro (1925) y Luces de la ciudad (1931), El Circo contiene muchos de los elementos habituales del cine del director británico, como un vibrante ritmo narrativo, poderosos gags cómicos y visuales o la presencia de entrañables personajes, como el clásico vagabundo interpretado por el propio Chaplin. A pesar de no tener la brillantez en la puesta en escena de otras de sus obras, la película está repleta de momentos desternillantes y secuencias de acción o “slapstick” muy logradas, como el gag de la jaula y el león o la escena en la que Chaplin hace equilibrios sobre la cuerda floja.
Además, cuenta con varias ideas visuales sensacionales como lo sería el momento en el que el espíritu de un celoso Chaplin, parece “despegar” de su cuerpo para castigar al amante de la chica de la que está enamorado. Curiosamente, y a pesar de estar realizada cuando el cine sonoro ya se había instalado, es una película muda.
Era el inicio de una particular y personal guerra contra el sonido en el cine, batalla que libraría prácticamente durante toda su carrera.