El número de remakes, secuelas, precuelas y series de televisión basadas en largometrajes ya existentes es cada vez mayor. Esta sequía de ideas originales parece ser algo a lo que los espectadores ya se han acostumbrado y, sin duda, es un hecho que va a ir a más. Hacer nuevas versiones de títulos que han gozado de éxito en taquilla es una apuesta segura de cara a seguir recaudando dinero y atrayendo nuevos espectadores. Aparentemente, claro. Pero, ¿qué ocurre cuándo estos remakes los hacen fans de aquellas películas por simple amor cinéfilo? El subgénero al que podríamos llamar ”fan film” o nuevas versiones de películas realizadas por fans es un tipo de películas desconocidas para el gran público, pero que en algunos casos pueden ofrecer experiencias apasionantes.
Habitualmente vinculadas al cine amateur, los fan films existen desde que existen las propias películas. Alguien con una cámara copia a su manera la película que admira y por la que siente veneración. Hay casos como el relativo a la saga “Star Wars” que no ha dejado de ofrecer ejemplos de remakes hechos por fans, tal y como se explica en el documental “The People Versus George Lucas” (2010). De los remakes de la saga creada por George Lucas destacan las propuestas impulsadas por Cashey Pugh en 2009 en el que animó a fans a filmar pequeñas piezas de 15 segundos. La locura se desató y de la creatividad de los fans surgía en 2012 “Star Wars Uncut” y más recientemente “The Empire Strikes Back Uncut” (2012).
Pero de todas los fan films hay uno que sorprende especialmente por su apasionante historia y se trata de un remake de “En busca del arca perdida” (1981) que comenzaron a filmar unos niños titulado “Raiders of the Lost Ark: the Adaptation” (1989-2015). Dos niños de once años de un pequeño pueblo de Mississippi ven el film de Steven Spielberg y quedan impresionados, reúnen el poco material que encuentran de la película existente y prácticamente de memoria dibujan el storyboard con las imágenes; consiguen una cámara de video y comienzan a filmar la película plano a plano. Se les une otro compañero de colegio al que le gustan los efectos especiales y con la ayuda de hermanos, compañeros de clase y del barrio se dedican a rodar en vacaciones de verano, navidades y algún festivo… así durante siete años. El emocionante y emotivo documental “Raiders! The Story of the Greates Fan Film Ever Made” (2015) nos explica la historia de Chris Strompolos, Eric Zala y Jayson Lamb, estos tres “cineastas” que dedicaron toda su adolescencia a hacer la mejor versión posible del clásico de aventuras interpretado por Harrison Ford.
El documental tiene un punto de partida muy interesante: al finalizar el rodaje en 1989 quedó una secuencia por filmar, la de la explosión del avión. Más de veinte años después los responsables de la adaptación se vuelven a reunir, consiguen un presupuesto de 20.000 dólares, unos días de permiso en su trabajo, un equipo técnico, construyen un avión y comienzan a rodar. En el proceso llueve, los días pasan y se les echa el tiempo encima. ¿Conseguirán filmar la secuencia que les falta? Es ahora o nunca. El documental combina la filmación de la última secuencia y la conexión de los protagonistas con sus sueños con el relato de la experiencia del rodaje durante su adolescencia que ofrece momentos y situaciones inolvidables. Un grupo de niños cuyos padres se están divorciando convierten su casa en un auténtico plató, recrean todos y cada uno de los escenarios de la película a su manera y filman secuencias de auténtico peligro en las que se juegan la salud y, en algunos casos, la vida de manera constante. Persecuciones en coche, caídas, fuego, maquillajes que acaban en actores ingresados en el hospital… un sinfín de imprudencias provocaron que los padres les prohibieran seguir rodando en algunos momentos. El documental muestra momentos mágicos como ver al protagonista creciendo de secuencia a secuencia, el primer beso del actor protagonista cuando filma la secuencia de cama entre Indy y Marion o la ejecución de secuencias de acción, como la mítica inicial en la que Indy huye de la gran piedra que rueda. Al finalizar el rodaje en el año 1989 los chicos estrenaron la película en un cine de su pueblo y sus vidas se acaban separando hasta que en 2003 el cineasta Eli Roth descubre la película y la muestra en un festival de cine bizarro y rarezas. Los asistentes alucinan. La leyenda renace y sobre todo devuelve la ilusión a los creadores por su obra. Porque el cine lo mueve la ilusión.