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Recientemente hemos podido disfrutar del final de la segunda temporada de “Narcos” (2015), la serie original de Netflix inspirada en Pablo Escobar, el famoso narcotraficante colombiano, fundador del “Cartel de Medellín” y un personaje que se convirtió en un auténtico icono del mal a finales de la década de los ochenta y a principios de los noventa. Aprovechamos para hacer un breve repaso de la primera temporada que ha convertido a la serie en una de las más vistas y aplaudidas por los amantes de la ficción televisiva.

La figura de Pablo Escobar no sólo se ha erigido como un personaje clave en la reciente historia del narcotráfico a nivel mundial, sino que se ha convertido en un personaje recurrente en la reciente cultura. Biografías, novelas, documentales, ficciones televisivas, largometrajes, canciones… el fenómeno Escobar y la “narcocultura” que gira a su   narcosalrededor son motivo de infinidad de relatos, historias y leyendas.  Actores de la talla y envergadura de Benicio del Toro lo han interpretado y se espera que próximamente Javier Bardem se ponga también el pellejo de Escobar.

La primera temporada abarca un gran periodo de tiempo en la vida de Pablo Escobar, desde sus “humildes” inicios en el contrabando, su introducción en producción y comercialización al exterior de marihuana y cocaína, la fundación del Cartel de Medellín, la consolidación de su imperio hasta convertirse en uno de los hombres más ricos y poderosos. También explica sus intentos de entrar en política hasta el estallido de la guerra del narcotráfico contra el estado y contra otros carteles del país, la escalada de terrorismo a la que llevó a Colombia hasta su rendición y la reclusión en La Catedral, la “cárcel” creada y fabricada por él mismo que finaliza con su posterior huida.

Esta primera temporada está narrada por Murphy, un agente norteamericano de la DEA (Agencia para el Control de Drogas) y el relato se articula en dos líneas argumentales principales. Por una parte, el ascenso y consolidación del imperio de Pablo Escobar y por otra, la investigación y acciones de las fuerzas de seguridad colombiana y agentes de la DEA en su lucha contra el narcotráfico. La eterna lucha del bien contra el mal. “Narcos” funciona como un thriller de acción y espionaje, con altas dosis de violencia y secuencias extremadamente crudas para desarrollar un retrato de la corrupción y la barbarie desde diferentes puntos de vista: policial, político y social. Filmada con mucha energía narcos-huddley fuerza visual, “Narcos” es todo un ejercicio de dinamismo narrativo, haciendo un excelente uso de las elipsis. La serie producida por José Padilha, director de “Tropa de élite” (2007) comprime diecinueve años en diez capítulos que no llegan a la hora de duración.

Pablo Escobar nació en 1949 y murió en 1993. Teniendo en cuenta que sabemos cómo acabará la serie (al menos las dos primeras temporadas) y no se trata de ningún spoiler, ¿qué es lo que atrapa de Narcos? Además de los elementos mencionados, la fascinación que produce el propio personaje de Escobar. De humilde contrabandista a rey del Mal y enemigo número uno mundial. El personaje de Escobar transita hacia un complejo puzzle que incluye ser un respetable padre de familia, fogoso amante, Robin Hood de los pobres, despiadado asesino, carismático líder político, figura venerada por el pueblo hasta la santidad y respetado jefe de una organización criminal. Egocéntrico, leal, sanguinario, inteligente, orgulloso, generoso, mentiroso, paranoico, como muchos “malos” emblemáticos de la historia del cine, Escobar se ha convertido en un personaje seductor cuyo carisma provoca en el espectador sensaciones encontradas. Su fuerza, poder, inteligencia y capacidad de actuar con total impunidad despiertan en nosotros una combinación de miedo y atracción. Al igual que Hannibal Lecter o Michael Corleone, queremos seguir sus pasos y, desde nuestra posición como espectadores, asistir a su próximo acto diabólico.

La controversia y la pólemica también están servidas a la hora de mostrar un personaje histórico de tales dimensiones negativas de una manera atractiva y seductora para el espectador. Pero como sucede con la mayor parte de las ficciones realizadas por los norteamericanos, los fines de entretenimiento y el éxito de audencia suelen ser los principales objetivos. ¿Debería ser los únicos objetivos? Pablo Escobar seguirá vivo, al menos una temporada más, así que seguiremos “disfrutando” de su Imperio del Mal.