Foto Antonio Dyaz © Chelo Jiménez
El sueño de cualquier alumno que se matricula a una escuela de cine es llegar algún día a trabar en la industria del cine y llegar a dirigir su propia película. Ser el autor de tu propia obra, una difícil tarea y una gran meta, que depende de muchos factores, tanto económicos como humanos. Una gran suma de recursos en definitiva.
Mientras esperas la oportunidad de hacer una película con presupuesto, respaldada por una gran productora y cadenas de televisión, con un equipo profesional y con fecha de estreno asegurada, siempre podemos lanzarnos a la aventura de la realización de cine low cost. Esto es, simplemente, hacer una película con los recursos que contemos, buscándonos la vida y apostando fuerte por nuestros sueños, dejándonos llevar por la apasionante aventura de ser cineastas.
Antonio Dyaz sabe mucho de todo esto, quién recientemente ha visitado FX CINEMA para impartir su Taller de Cine de Bajo Presupuesto, un taller que imparte desde hace tiempo con mucho éxito y del que han salido varias producciones de alumnos. Dyaz es un artista polifacético y todoterreno. Escritor, compositor y cineasta, tras dirigir su cortometraje, Labios (1999) se decidió a dar el salto a su primer largometraje, Off, rodado en 9 países (Reino Unido, Francia, Turquía, España, Rusia, Noruega, Italia, EEUU y Japón), que se estrenó en toda España en 2002. En 2004 estrenó su segundo largo, Sex, una libre adaptación del Decamerón de Boccaccio, interpretada por Silke, Coque Malla, y Nancho Novo, entre otros. Con EyE (2007), una pieza de video arte de 3 minutos de duración, cerró su “Trilogía de los Sentidos”, iniciada con Off y SeX. En 2013 presentó en el Festival de Sitges su tercer largo, The Lobito, una comedia de corte fantástico rodada durante cinco años entre Cuba, China, Austria, España y Escocia.
¿Qué intentas transmitir al alumno en el Taller de Cine de Bajo Presupuesto que impartes en FXCINEMA?
Ganas de hacer películas, aunque esas películas no me gusten a mí, que tengo preferencias un tanto esquinadas. Lo que quiero transmitir es que si quieren, pueden. Y me pongo como ejemplo.
¿Crees que un cineasta puede sobrevivir hoy en día realizando su propio cine de bajo presupuesto?
Uno solo no, pero quizá si nos asociamos… En serio, claro que puede, pero debe comprometerse con su trabajo, y salir de esa maldita etiqueta de “bajo presupuesto”, cuanto antes. El “bajo presupuesto” no es un fin en sí mismo, es una etapa que habremos de quemar en la mayor brevedad posible.
Eres escritor, guionista, productor, director, crítico de cine, músico… ¿Necesitas cubrir tus inquietudes artísticas con todas esas disciplinas o es que en el panorama actual hay que hacer un poco de todo para sobrevivir?
No tengo un exceso de talento o habilidades, sino un déficit de recursos, de ahí que haga tantas cosas. Pero en el fondo, un artista (aunque la palabra está muy devaluada) vive de su arte, sea cual sea su manifestación. Y yo lo hago. Por cierto, también bailo claqué y soy streeper en Glasgow, en temporada alta.
¿Crees que el Estado hace lo suficiente por impulsar la cinematografía?
¿Estado? ¿Qué es eso? Las nuevas ayudas del ICAA están orientadas a que solo obtengan apoyo las películas en las que está Dani Rovira o Hugo Silva (léase Mediaset o Atresmedia). Quieren que las películas con presupuestos de 5 o 6 dígitos desaparezcan del mapa. Soy miembro de la Academia, voto a los Goya y soy un constante problema en las Asambleas Generales. Quiero cambiar cosas. Por ejemplo, esa Ley de Cinematografía que es un insulto a los creadores independientes.
¿Qué es más importante para ti en el éxito de un cineasta: el talento o el esfuerzo diario?
Lo más importante para un cineasta es ser feliz. El esfuerzo no tiene por qué ser diario, eso está sobrevalorado. Puedes tener un día de inspiración en el que toda tu carrera se enfile hacia un éxito mundial e incontestable. A mí todavía no me ha pasado, pero jamás lo he descartado. Hay muchos días en el calendario…
¿Qué opinión te merecen los nuevos canales de distribución cinematográfica como las plataformas de pago por internet? ¿El espectador español está dispuesto a pagar por lo que puede ver gratis?
Yo los denomino “morronautas”. El otro día murió Michael Cimino, llegué a Madrid después de impartir el taller en vuestra escuela de cine en Barcelona. Busqué El cazador en una plataforma legal (creo que era Wuaki), pagué 1.95€ y disfruté de tres horas de gran cine con extraordinaria calidad. No es una cuestión de dinero, sino de pedagogía. España es el único país occidental en el que hay top manta con películas. Para buscar nuevas formas de disfrutar del cine en pantalla grande recomiendo seguir esta plataforma que se lanzará en septiembre y que va a cambiar para siempre el mapa de exhibición de cine: www.film2.es. Sí, soy uno de los socios fundadores.
¿Qué consejos le darías a un joven cineasta que quiere filmar su primera película y no tiene recursos ni apoyo financiero o institucional?
Que se busque un empleo decente y ahorre dinero. Si después de trabajar en otra cosa y de disfrutar de las mieles de las nóminas sigue queriendo hacer una película es mucho más probable que lo logre. Pero sobre todo, que se olvide de hacer cortometrajes; con uno o dos es suficiente. Los demás siempre sobran.
¿En qué proyectos estás trabajando en estos momentos?
Mientras mato el tiempo apoyando óperas primas de alumnos aventajados (este año he producido tres largometrajes), y mientras levanto mi quinto largo, Foe, una peli de ciencia ficción rodada en blanco y negro, lo que de verdad me tiene loco es montar una piscifactoría orgánica en las afueras de Boston.
¿Cuál crees que es la función de una escuela de cine dentro de la industria del cine actual?
Pues sucede lo mismo que con las escuelas de negocios, lo importante no es tanto el conocimiento adquirido como el networking. En cada taller o curso que he impartido he localizado el macho o la hembra alfa del grupo, y hemos terminado trabajando juntos en proyectos fascinantes. Hay que hacer cursos, talleres… hay que romper la hegemonía de las Escuelas Oficiales, que todos sabemos cuáles son. Y sabemos qué películas salen de allí. A mí, personalmente, no me interesan. Una escuela de cine debería hacer que sus alumnos se pregunten por qué demonios quieren hacer cine.