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El Estilo Naturalista y Poético de Emmanuel Lubezki

La dirección de fotografía es una de las partes esenciales en el proceso de creación de un largometraje. Al igual que el guionista utiliza palabras para crear una historia, el director de fotografía moldea las imágenes que antes solo eran conceptos abstractos. “Escribe con luz”, como dice el título del documental sobre Vittorio Storaro, uno de los grandes directores de foto de la historia.

Pero si hay un director de fotografía reconocido hoy en día es Emmanuel Lubezki. El mexicano se ha labrado una carrera llena de éxito y prestigio, dando forma a los sueños de muchos de los cineastas más importantes de la actualidad. Sus trabajos son diferentes, con universos distintos, pero el sello de Lubezki es siempre reconocible. Este fotógrafo ha hecho grandes trabajos para brillantes películas que le han valido el reconocimiento de tres Oscars consecutivos de la Academia y a ser considerado ya uno de los más destacados de la historia.

Lubezki ha trabajado con prestigiosos directores como Tim Burton en “Sleepy Hollow” (1999), Michael Mann en “Ali“ (2001) o los hermanos Coen en “Quemar después de leer” (2008). Buenos trabajos con directores con un estilo muy personal y definido en los que Lubezki se adaptó a sus exigencias estéticas, pero en los que cuesta ver las señas de identidad que han terminado convirtiéndose en su marca de estilo.

Emmanuel Lubezki

De hecho, Lubezki ha creado un estilo propio gracias a su trabajo con algunos autores, con los que ha repetido y con los que ha podido explotar más su talento y su estilo naturalista y realista, a la vez que poético y con fuerte carga emocional. De sus tres trabajos con Terrence Malik, “El árbol de la vida” (2011), “To the wonder” (2012), “Knight of Cups” (2015) y “Song to song” (2017) destaca el uso de la luz natural, los grandes espacios abiertos en los que juega con puestas de sol y una delicada relación de la cámara con el personaje, siempre buscando momentos de intimidad y verdad. De su relación con Alfonso Cuarón en las películas “Y tu mamá también” (2001), “Hijos de los hombres” (2006) y “Gravity” (2013) destacan el uso de largos planos secuencias que dotan de realismo y continuidad; el uso de la cámara en mano, los contrastes entre noche y día y el brillante uso de los efectos visuales totalmente integrados en la puesta en escena. Por último, de sus dos trabajos con el también mejicano Alejandro González Iñárritu destacan, además de los grandes planos secuencias, el uso del color en tonos rojos y verdes, la luz de los amaneceres, el sentido fantástico, mágico y místico que desprenden sus imágenes y, al igual que en el caso de Cuarón, el realismo de la integración de los efectos visuales.

Sin duda, Lubezki es todo un referente y un maestro siempre preparado para un nuevo desafío.

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