fbpx

El imperio de Netflix crece de una manera arrolladora e imparable. Hoy en día, no estar suscrito a la plataforma televisiva de pago es prácticamente como no tener conexión a internet. Netflix ha pasado de ser una empresa que comenzó vendiendo DVDs por correo, a una máquina de producir en casi todos los formatos televisivos y cinematográficos que se puedan imaginar. Estos años de crecimiento han sido los mismos en los que se ha producido un cambio en los hábitos y costumbres de los espectadores/consumidores, unos cambios que configuran el panorama actual de producción y distribución. Los espectadores no van al cine, o no van de la manera que iban antes. Ahora prefieren quedarse en casa y disfrutar de los mejores productos sentados en el sofá.

Las cadenas de televisión han ido procesando este cambio como un crecimiento en la calidad de las series de televisión. Actores, técnicos y realizadores de enorme talento han ido cambiando el gran formato por la pequeña pantalla para que el espectador esté deseando llegar a casa y disfrutar el capítulo de su nueva serie. Ese proceso imparable ha terminado en el nacimiento de plataformas que no solo te permiten ver todos esos productos en cualquier momento, sino que han comenzado a producir sus propios productos. Suena a lógica aplastante. ¿No?

Netflix no deja de ser un imperio, como cualquier cadena de televisión, gran estudio cinematográfico o grupo empresarial con intereses. ¿Por qué entonces toda esta polémica? El Festival de Cannes ha seleccionado dos títulos a competición de la productora Netflix y -como ocurre con todos los títulos de la plataforma- no tendrán su correspondiente estreno en cines, sino que se estrenará directamente en televisiones. Pero, ¿se estrenan actualmente todas las películas en salas de cine? La respuesta es no. La cantidad de productos que hay supera en miles el número de salas y el número de espectadores. Almodóvar, uno de los directores que más respetamos y admiramos y que ejerce como presidente del Jurado del Festival, ya ha dado su opinión: “Sería una paradoja y una tragedia que la ganadora de la Palma de Oro o de algún otro premio nunca se vieran en pantalla grande”. Tiene razón. Pero también es una tragedia que muchas de las películas premiadas, tanto en Cannes como en otros grandes festivales, nunca se estrenen en cines e incluso sea casi imposible llegar a verlas. Eso sí es una tragedia.

La misión del Festival de Cannes es traer a competición las mejores películas del festival y aparentemente eso ha hecho. Tras la polémica, se ha aplicado una ley que prohíbe que películas no estrenadas en cines compitan en el festival. ¿Qué sucederá cuando la mayor parte de las películas de los grandes cineastas las produzcan plataformas como Netflix? ¿Qué sucederá cuando Almodóvar no encuentre financiación de la manera tradicional y tenga la oportunidad de producir su película de esta manera? Quizás la solución sea crear festivales de cine exclusivos para estos productos, pero sería una lástima que premios tan prestigiosos como la Palma de Oro no fueran a las películas más importantes del año. Lo viejo contra lo nuevo, un antiguo debate que pervive hasta que lo nuevo deja de ser nuevo. Algo que seguramente acabará sucediendo. Sea como sea, lo más importante es que los grandes y no tan grandes directores tengan la oportunidad de seguir trabajando y haciendo sus películas en las mejores condiciones posibles. Y en esto nuevas soluciones como Netflix pueden ser útiles, o eso parece