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El año que acabamos de cerrar ha sido un año de grandes pérdidas de figuras importantes del mundo del espectáculo: David Bowie, Michael Cimino, Leonard Cohen, Prince y un largo etcétera. Pero si ha habido una noticia que ha afectado a los aficionados al cine ha sido el fallecimiento de Carrie Fisher. La protagonista de las tres primeras entregas de la saga Star Wars, en las que interpretaba a la princesa Leia Organa, es ya, y lo será para siempre, un personaje que permanecerá en los corazones de todos los amantes de la saga creada por George Lucas, de los   seguidores de la ciencia-ficción y de los cinéfilos de todo el mundo. La noticia, que entristecía los últimos estertores del año era tan sólo la primera parte de historia que aún iba a sumar otro capítulo. Al día siguiente fallecía Debbie Reynolds, la famosa protagonista de “Cantando bajo la lluvia” y madre de Carrie.

Postcards_from_the_edgeLa vida de Carrie Fisher estuvo desde muy joven salpicada por problemas de adicción a las drogas, el alcohol, matrimonios fallidos y trastornos emocionales. Durante mucho tiempo a la sombra de su madre, la relación entre ellas fue siempre complicada, una relación de admiración, celos, complicidad, incomprensión y fascinación mutua. Una relación tan tensa y conflictiva que durante años ni se dirigieron la palabra. La propia Carrie relató muchos de sus problemas de adicción y personales con su Debbie en entrevistas, pero sobre todo en varios de los libros que escribió a lo largo de su vida. Tras conocer el fallecimiento de Carrie a la mente de muchos cinéfilos apareció el nombre de la película “Postales desde el filo”, estrenada en 1990 y dirigida por Mike Nichols. Pero tras la muerte de Debbie, al día siguiente, este título tomaba vital importancia. El guion de “Postales desde el filo”, escrito por Carrie Fisher y basado en su propia novela del año 1987, narra la historia de una actriz interpretada por Meryl Streep con problemas de adicción a las drogas y la tortuosa relación con su madre, interpretada por Shirley Maclaine, una veterana y famosa actriz, también alcohólica. Nada más comenzar la película, Meryl Streep sufre una sobredosis que prácticamente le cuesta la vida. Tras un proceso de rehabilitación, es contratada para una ridícula película pero la aseguradora le pone una sola condición para dejarla trabajar: que durante el rodaje viva bajo el techo de su madre. Este punto de partida coloca el foco en la tormentosa, ambigua y la vez apasionada relación entre madre e hija.

La película, brillantemente interpretada por las dos grandes actrices, está repleta de grandes momentos interpretativos entre las dos que revelan claves sobre la dependencia, el amor y las diferencias entre ellas. Meryl Streep tiene un gran talento, lo ha tenido todo fácil en su vida, pero tal y como dice ella misma: “No siento mi vida, no quiero que la vida imite al arte, quiero que la vida sea arte”. Admira a su madre, pero esta no deja de decirle cómo hacer las cosas y la culpa por su adicción a las drogas. Shirley siente fascinación por si hija y no deja de decirle que ha de cantar, ya que tiene un don. Quiere que su hija triunfe, pero no más de lo que lo hace ella misma pues ella ha de ser la más famosa y más aclamada. Rivalidad y amor.

Hay una secuencia que explica perfectamente la relación entre ambas como si de un musical del clásico Hollywood se tratara. Shirley sorprende a Meryl con una fiesta sorpresa al llegar a casa tras salir de rehabilitación. Shirley insiste en que Meryl cante una canción ante los invitados. Tímida, con la voz un tanto rota e insegura, Meryl canta “You don´t know me” (No me conoces), la canción de Ray Charles. En ella, Meryl le está diciendo que no hay nadie como ella en el mundo que la quiera, pero se siente incomprendida por su propia madre. En un bonito momento de la canción, Shirley de forma sutil recomienda a Meryl que se quite la teja que lleva puesta para lucir más atractiva. Tras los aplausos, piden a Sherly que también cante. Tras un momento de duda la actriz comienza a cantar “I´m Still Here” (Sigo estando aquí). Poco a poco, Shirley se va soltando, ganándose al público y convirtiéndose en la reina de la noche, mientras reivindica con la letra de su canción todos sus logros y que, a pesar de todo, ella sigue estando en lo más alto.

A pesar de que Todd Fisher, hijo de Debbie Reynolds y hermano de Carrie Fisher, haya declarado “Ella no murió de tristeza, con el corazón roto. No deambulaba inconsolable por la casa, no fue así”. Debbie y Carrie serán enterradas en un mismo funeral. Volveremos a escuchar sus canciones desde el filo o quizás, desde el más allá.